Ser organizado es la mejor virtud del opositor, y planificar su preparación, la mejor estrategia de éxito. Por tanto, debe elaborar una estrategia para aprobar su oposición.
Le suponemos muy bien informado sobre las características de la oposición que ha decidido preparar. Si aún tiene alguna duda, deberá resolverla, porque una información completa, clara y precisa sobre ella, es fundamental. Sólo así podrá comenzar a organizar su trabajo para los próximos meses.
Se suele decir que los estudiantes españoles no tienen una buena metodología de estudio, y que su error más común es la falta de planificación y, particularmente, el ir dejando trabajo para las vísperas del examen. Así no se aprueba una oposición.
Tampoco puede contar con el factor suerte, ya que, como mucho, podría tenerla en una de las pruebas, pero no en todas.
Debe, pues, rehuir tanto de la improvisación como de la anarquía.
En efecto, debe distribuir el tiempo total de preparación entre todo el temario.
Pero, lo más importante: cumpla su propio programa. Para ello, debe hacer un programa de trabajo, que puede contrastar con sus preparadores para ir al unísono en su esfuerzo y terminar dominando los ejercicios a los que se va a enfrentar.
Una vez aclaradas las dudas, le sugerimos que elabore un cuadro sinóptico de su oposición, para que se haga una idea más realista y ajustada de todo su contenido. Este cuadro puede servir de ejemplo:
CUADRO SINÓPTICO DE LA OPOSICIÓN
Materias Dificultad
(baja, media, alta) Número de temas Horas previstas
TOTAL
No dude en consultar a sus preparadores cualquier duda que le surja a la hora de completar este cuadro.
Una vez realizado el estudio del tiempo necesario para dominar todo el temario, se debe preguntar:
¿Tengo horas suficientes para preparar la oposición que he elegido? ¿Cuánto tiempo me debe llevar?
El tiempo dedicado a cada tema dependerá en parte del conocimiento previo de la materia por parte del opositor.
No obstante no debe olvidar al considerar el tiempo, que según va avanzando en el temario, tiene que repasar lo anterior. Evidentemente, al comienzo de su preparación tiene más peso el aprendizaje de temas nuevos que el repaso, pero, conforme va avanzando en el temario, la balanza se va inclinando hacia el lado del repaso.
Debe considerar que debe hacer simulacros de examen, controles periódicos. Es conveniente hacerlos con periodicidad mensual y de todas las materias, ya que de ellos podrá extraer conclusiones para mejorar su preparación: dedicar más tiempo a cierta materia, acelerar el ritmo en tal otra, etc. Al mismo tiempo, debe compararse con sus compañeros de preparación, porque no debe olvidar que se va a encontrar con unas plazas limitadas, que sólo se conceden a los que mejor realicen las distintas pruebas que se propongan.
Una vez analizado el tiempo que necesita para dominar los ejercicios, no olvide que lo que otros han podido hacer, usted también podrá conseguirlo con constancia.
De todos modos, a la hora de hacer su programación, debe tener en cuenta que ésta debe ser:
• Realista. Si no, no podrá cumplirla. Cuente el tiempo diario de que dispone. Deduzca el que debe acudir a clase más los desplazamientos.
• Flexible. Inevitablemente, a lo largo de su preparación van a surgir hechos y acontecimientos imprevistos que van a obligarle a perder tiempo. Por tanto, tendrá que recuperarlo. Nuestro consejo es que realice los ajustes dentro del mismo mes en que se producen; es decir, que, al finalizar cada mes debe haber cumplido el programa correspondiente en su totalidad. Si no lo hace así, irá posponiendo temas del primer mes al segundo, de éste al tercero... y, al final, no llegará a tiempo.
• Revisable. Aunque haya procurado hacerse un programa realista, quizá surjan circunstancias que le inviten a rehacerlo: por demasiado ambicioso, por excesivamente laxo, porque cambia su situación profesional o familiar, porque cambian las fechas de examen...
• Personalizada. Cada opositor debe hacerse su propio plan. Tenga en cuenta, en primer lugar, su disponibilidad horaria y, en segundo, su capacidad. Ni todos los opositores disponen del mismo número de horas diarias para el estudio, ni todos tienen la misma capacidad de aprendizaje. Por tanto, cada uno debe hacerse su plan personalizado de preparación, con el asesoramiento permanente de sus preparadores.
• Escrita. Para que se comprometa más. Para que no se le olvide. Para que, en todo momento, pueda confirmar si lo va cumpliendo.
• Equilibrada. En un doble sentido: en el reparto del tiempo por materias y en la relación entre estudio y repaso. A cada materia debe dedicarle el tiempo que usted necesite; nadie mejor que usted sabe cuál es su grado de conocimiento de esta o aquella materia, de tal o de cual tema... Lo cierto es que su programación debe conseguir que, a la hora del examen, lleve suficientemente preparadas todas las materias, con independencia del tiempo que haya dedicado a cada una.
Por otro lado, la proporción entre repasar y estudiar debe ser la adecuada para permitirle que no se le vaya olvidando lo anterior a medida que va aprendiendo temas nuevos. Eso quiere decir que tendrá que dedicar cada vez más tiempo al repaso porque tiene más temas para repasar, que para estudiar.
Esta programación debe ir en sintonía con la propuesta por los preparadores, porque periódicamente le van a realizar una serie de pruebas, que debe tener preparadas y a punto. De lo contrario, no podrá realizar esos simulacros necesarios para consolidar su preparación. Si sus esfuerzos van dirigidos en otro sentido al de la organización de su preparación, no puede conseguir la necesaria evaluación de su rendimiento.
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